Prólogo

MUJERES DE ARENA

Prólogo del libro a la Primera Edición
"Los Textos de La Capilla" Segunda Época

Mujeres de Arena es una sensible obra teatral de denuncia creada con profundo sentido humano por Humberto Robles, el artista de alma noble y generosa, a quien conocí en el 2002 gracias a Vanessa Bauche. Desde ese momento, puso todo su empeño y su corazón para apoyar el movimiento de familiares de mujeres asesinadas y desaparecidas que apenas iniciábamos un año antes bajo el nombre de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, un grupo de mujeres, quienes además de intentar toda posibilidad para encontrar la justicia, nos íbamos inventando estrategias para difundir estas terribles tragedias y llamar así la atención de la ciudadanía, además de la de nuestros gobiernos y autoridades para que voltearan su mirada a este enorme problema y generaran acciones que al menos, frenaran este tipo de violencia que afectaba de diversas maneras a nuestra comunidad, que ha dejado secuelas dolorosas y difíciles de restablecer en muchas familias habitantes de esta frontera al norte de México: Ciudad Juárez. Fue entonces que intervino Humberto Robles, quien con su gran sensibilidad siempre encuentra la manera de apoyar causas difíciles aportando sus saberes.

Jamás hubiéramos avanzado solas en este proceso donde las familias, al tiempo de sufrir el atroz crimen en contra de una de sus hijas, hermanas, etcétera, debieron enfrentar autoridades y funcionarios negligentes, impasibles, omisos y algunos hasta corruptos; además de una población poco solidaria con su desgracia, quizá por el miedo a participar en un tema que es de por sí riesgoso.

Había necesidad pues, de un mínimo soporte, pues la indiferencia incrementa la pena y debilita el espíritu, y con Mujeres de Arena empezaron a sentir que se entendía su sufrimiento y esto le daba sentido y aliento a sus esfuerzos para seguir la lucha; y les llenó de fuerza para resistir la cadena de injusticias con que estaría hilada su desventura, consecuencia de su decisión de ir tras la justicia y encontrar la verdad en relación a estos crueles asesinatos, aventurándose a una desigual batalla que pudieron sostener gracias a toda esa gente que, enterada de su infortunio, tomó como herramienta esta obra escrita por Humberto Robles, y empezó a romper la indiferencia y mostrar su indignación haciendo suya esta causa, de muy diversas maneras.

Y como segundo impacto, al evidenciar en cada presentación los violentos y desgarradores sucesos en contra de inocentes mujeres casi niñas, así como la desatención de la autoridad mexicana a este enorme problema; en diversos espacios, en distintos países y diferentes idiomas en que se ha presentado Mujeres de Arena, se generaron actos fraternos y solidarios desde instituciones de derechos humanos de importancia mundial como Amnistía Internacional, hasta ciudadanos y ciudadanas en el mundo, quienes presionan por una solución al feminicidio y sus efectos, y que van sumando uno a uno una multitud que se siente e impone.

Cómo no agradecer al escritor y dramaturgo Humberto Robles su creación, si además de lo anterior, algo fundamentalmente intenso y humano, entre todo lo que ha provocado esta obra que da voz a las sin voz: las mujeres de Juárez, es que ha devuelto la dignidad despojada a cada una de las víctimas, al ser denigradas por el propio gobierno y por autoridades que en lugar de buscar a los asesinos y allegar la justicia, prefirió culparlas de su martirio justificando sus muertes con afirmaciones absurdas llenas de injustas ofensas contra una supuesta inmoralidad que “provocó” a los homicidas.

Cómo dejar de tener este sentimiento de profunda gratitud hacia todos y todas aquellas que se han apropiado de Mujeres de Arena para representarla con gran sensibilidad y emoción, rompiendo las barreras del desinterés, de la insensibilidad, y muchas otras cosas más que incrementaron el dolor en las familias afectadas. Nuestra admiración y profundo respeto a quienes entregan su tiempo, sus esfuerzos y recursos para apoyar nuestra causa. Y aquí no puedo dejar de mencionar a Mónica Livoni Larco y Gianfranco Mulas, quienes dirigen y organizan las presentaciones con la colaboración de Adelaide Colher Pereira, Oriana Fruscoloni, Anna Ottone y Patrizia Papandrea, quienes se han convertido en nuestros principales colaboradores y se han encargado de difundir de manera emotiva y reivindicativa, en varias localidades de Italia, el drama de las mujeres victimadas, con tal fuerza que motivan a ese público a quien no le interesa ni vestuario ni coreografía ni nada más, porque les roba de inmediato la atención y el corazón y les mueve toda clase de sentimientos y emociones el concentrarse en escuchar los testimonios de estas almas en voces de tan sublimes actrices entregadas y llenas de sentimiento que al representar sus guiones hacen sentir a los asistentes la pérdida como propia, y van develando a los espectadores que las mujeres–niñas a quienes les han arrebatado la vida de manera tormentosa en Ciudad Juárez, fueron tan humanas como sus hijas, tan sencillas y bellas como todas las jóvenes de su edad, con tantas ilusiones y esperanzas para un futuro que ya no llegará, arrancando las lágrimas a veces de dolor, a veces de indignación por los crueles crímenes cometidos que permanecen impunes.

Quizá también habrá que mencionar que algunas de nuestras instituciones disimuladas, empeñadas en borrar de la memoria estos sucesos, probablemente se sientan incómodas y les moleste esta forma de denuncia que propicia la reflexión y facilita el posicionamiento político contra todos aquellos que al no actuar permitieron la reproducción de este patrón feminicida. En todo caso aquí también se cumple una misión, pues no se puede jugar con la inteligencia y los sentimientos de los seres humanos. Ya habremos algún día, todos y todas unidos, hacer que se deje de simular y se resuelva este problema que ha dejado secuelas muy dolorosas, así como otras víctimas inocentes, como es el caso de las mujeres asesinadas que dejaron hijas e hijos huérfanos, y para quienes hemos emprendido un apoyo en el proceso de duelo y un proyecto de fortalecimiento llamado La Esperanza, que ha tenido efecto gracias a muchas personas que se sensibilizaron a través de Mujeres de Arena. Pensamos que si a causa de tanto tiempo perdido no se da la total justicia, al menos sí se creen mecanismos sociales que impidan nuevos sacrificios y más familias incompletas.

Gracias a esta sensible manera de difundir los dramáticos acontecimientos, hemos hecho acopio de comprensión de miles de personas, una gran suma de buenas voluntades, además de una visión solidaria de compromiso con nuestra comunidad para la cual trabajamos intentando hacer un mejor espacio de vida para nuestras hijas vivas y las generaciones que vienen, porque al fin y al cabo la experiencia también la hacemos nuestra y nos hemos ido fortaleciendo cada vez más gracias al apoyo de quienes luego de entender este fenómeno social tan prolongado, toman la decisión de entregar a esta lucha sus esfuerzos solidarios para emprender junto con nosotras la construcción de un mejor contexto, libre de violencia. Porque si nada pudimos hacer por el pasado, mucho podemos hacer para el futuro.

Gracias Humberto, gracias Mujeres de Arena, por abrir los ojos y el corazón a tanta gente. Gracias familias de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, por darnos la oportunidad de intentar algo y con ello integrar a nuestras vidas un motivo altamente valioso. Gracias también a mi hermosa familia, que en silencio y de manera cotidiana ha otorgado su aporte para esta causa. A todos y todas: Sus esfuerzos y su dolor no han sido en vano.

Marisela Ortiz Rivera, cofundadora de Nuestras Hijas de Regreso a Casa

Ciudad Juárez, Chih. México, junio de 2009