Querida Christina:
Ahora que mi amigo Humberto Robles me anuncio la puesta en escena otra vez, de su magnífica y sensible obra: Mujeres de Arena, por parte de tu grupo, quiero compartir con ustedes estesentimiento de gratitud por este esfuerzo solidario para denunciar estos hecho stan aberrantes como dolorosos, y desgraciadamente tan actuales como hace más de20 años, y en una etapa en que se han incrementado en un 400 por ciento las desaparicionesy asesinatos de mujeres, dado que a partir de 2007-08 el gobierno mexicano hasido incapaz de frenar los actos del crimen organizado y por el contrario, al empeñarsea militarizar la zona, ha causado mayores tragedias, pues muchos asesinatos son adjudicados tanto a miembros del ejército mexicano como a integrantes de los cárteles en Ciudad Juárez y todo el estado de Chihuahua.
Sólo decirles que el valor que ustedes tienen para compartir estas dramáticas experiencias de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, adquiere mayor significado cuando el riesgo para las mujeres mexicanas ha crecido, a la par quela indiferencia del estado por resolver esta violencia extrema contra lasmujeres, que ha alcanzado dimensiones exageradas, y ahora es un tema oculto bajo el reguero de sangre de tantos muertos en las calles, derivado de la supuesta “guerra contra el narcotráfico”, que diario deja de 6 a 10 personas asesinadas cada día, y que hubo fines de semana en que la cifra llegó casi a 40.
Para quienes nos hemos dedicado a este tema resulta gratificante que gente como Humberto Robles y como ustedes pongan de manifiesto el horror que significa la vida y la muerte para nuestras mujeres. Nuestra triste historia debe conocerse, y permanecer en la memoria de todas y todos, porque incluso la justicia no ha llegado. Y más, aún cuando somos perseguidas y amenazadas por dedicarnos a la ayuda de las familias afectadas por el feminicidio, y con ello evidenciar la inacción de las autoridades, y la complicidad en muchos de los casos.
Mi familia y yo hemos tenido que abandonar todo para salvarla vida, después que el 9 de marzo recibimos una fuerte amenaza de muerte, dejando lo que más amamos en Ciudad Juárez. Nos arrebataron nuestras libertades, pero jamás la dignidad, ni las ganas de seguir esforzándonos para modificar la cultura que ha permitido estos extremos, y seguimos apoyando sobre todo a los niños y niñas huérfanxs del feminicidio en el Proyecto La Esperanza.
Por ello, queremos decirles que estamos sumamente agradecidxs con ustedes, como comprometidxs con este trabajo de búsqueda de la justicia yla posibilidad de erradicar este patrón que ha permitido los abusos hacia las mujeres y las niñas, pues aun a la distancia nos hemos esforzado por continuar la labor de apoyo a esa comunidad de familias agrupadas en Nuestras Hijas de Regreso a Casa, mismo que nuestro amigo Humberto Robles ha acompañado con muchosesfuerzos y por mucho tiempo.
Agradecemos desde el corazón esta acción, porque entendemos no estamos solxs en esta lucha, que nuestro trabajo es conocido y difundido por más personas, pues vemos que cada vez más hay gente que como ustedes se comprometen y hacen suya esta causa, lo cual a pesar del dolor porla ausencia de nuestras hijas, hermanas, tías, sobrinas, alumnas, etc., nos motiva y llena de energías para continuara pesar de las agresiones.
De Humberto Robles hemos aprendido muchas cosas, porque hemos apreciado sus valores y los reproducimos; desde que se ha convertido en nuestra voz y nuestro aliento, en nuestro soporte y nuestro paño de lágrimas, estamos más fuertes, mejor preparadas para continuar este duro camino que cada vez más nos pone trampas; pero no claudicaremos, todo ese esfuerzo suyo, nuestro dolor, el llanto y pesar por nuestras muertas y nuestros familiares asesinados, esa pena y esa indignación por todo lo que nos han hecho a quienes habitamos y luchamos por Ciudad Juárez, tierra de gente generosa y trabajadora, no son en vano, seguiremos hasta obtener logros. Nada nos vencerá.
Les saludamos con mucho cariño desde el estado de Michigan adonde nos han acogido nuestras amistades para refugiarnos del riesgo de ser asesinadxs, y hacemos desde acá un homenaje a su entrega, a su compromiso y sobre todo a su permanencia en esta causa, que es en ocasiones lo que cuesta trabajo.
Con admiración profunda y mucho respeto:
Marisela Ortiz Rivera,
Cofundadora de Nuestras Hijas de Regreso a Casa y Voces de la Esperanza