El montaje lleva al escenario las violencias que sufren las mujeres a lo largo de su vida y el padecimiento de las familiares de las asesinadas.
FOTO: Daniel Restrepo |
En un momento de Mujeres de arena –el montaje teatral dirigido por Maribell Ciódaro Pérez, inspirado en una dramaturgia documental del mexicano Humberto Robles– las actrices estremecen al público al cantar una y otra vez “Todas son nuestras hijas, todas son nuestras muertas”, una especie de lamento colectivo por la violencia contra las mujeres.
Esta obra, que tuvo una función de estreno en el Centro de Artes de la Universidad de Antioquia, llevará sus preguntas al público general el 26, 27 y 28 de septiembre, a las siete y media de la noche, en el Casa Teatro de Medellín Gilberto Martínez, de Prado.
Esta obra nació de un laboratorio de investigación de la Facultad de Artes de la UdeA, en el que sus integrantes abordaron la pregunta por las memorias sociales, en especial aquellas relacionadas con las mujeres que son asesinadas o desaparecen en las entrañas del machismo. “Entonces, básicamente, a partir del texto del mexicano y de lecturas que nos permitieron profundizar en el tema, comenzamos un trabajo. Por eso hablamos de un laboratorio de exploración, donde lo primero que hicimos fue trabajar esos testimonios desde la danza”, dice Maribel, que tiene un doctorado en artes de la Universidad de Antioquia.
El trabajo de Maribel con los estudiantes y las egresadas de la universidad tuvo el norte conceptual de su tesis doctoral, titulada Tránsitos de las memorias. “En estos tránsitos se requieren tres acciones importantes para generar catarsis y prácticas de duelo: recordar, habitar el acontecimiento y transitar”, dice la docente. Y ese es un rasgo sobresaliente de Mujeres de Arena, que no se queda en la denuncia de la violencia machista, sino que le abre las puertas a los espectadores para hacer una catarsis colectiva. “Cuando uno transita las memorias, está generando esos momentos de catarsis, algo fundamental en estos trabajos de memoria”, dice Maribel al respecto.
En el laboratorio, Maribel y sus estudiantes hicieron un ejercicio de adaptación y supresión al texto de Montes. Nutrieron la dramaturgia con sus propias historias, preguntas y vivencias en Medellín. Además, le agregaron el elemento corporal, porque –en palabras de Maribel– “es importante que en estos procesos de adaptación no solo se agreguen palabras, sino que muchas palabras del dramaturgo se conviertan en acción. En resumen, suprimimos la parte documental que solo correspondía a Ciudad de México, y la ampliamos para hacerla universal. Convertimos palabras en gestos, objetos, y danzas”.
El montaje tiene el objetivo claro de llevar al escenario los dolores y las fracturas que el machismo produce en el mundo. “Las artes escénicas existen para que los espectadores vean realidades que muchas veces están invisibilizadas. Sabemos que no podemos cambiar la realidad, pero sí podemos visibilizarla”, dice la docente.