Por: Daniela Font
Ficha TécnicaObra: Mujeres de Arena
Puesta en escena: Teatro El Muelle
Dirección: Rey Alejandro Pascual García
El término mujeres de papel y de arena surge de una analogía que parece superficial; una conexión casi inexistente entre lo que es ser mujer y lo que parece significar. Ellas son mujeres de papel, mujeres en blanco y negro, mujeres que se visten de luto y se disuelven como arena en el desierto.
La obra Mujeres de Arena, es una adaptación al texto del dramaturgo mexicano Humberto Roles, interpretada por el grupo Teatro El Muelle bajo la dirección de Rey Pascual. La puesta en escena es una representación sensible que denuncia los asesinatos de mujeres en ciudad Juárez, México. Una presentación de los feminicidios sobre las tablas y no sobre el telón, porque la escenografía rompe con toda atadura teatral para convertirla en realismo.
Es un texto crudo, un teatro de protesta donde el público sentirá en carne propia la crueldad que se quiere reflejar; un texto partidista donde las historias que se narran no pueden llevar a otra cosa más que a una condena. En esencia es información que se presenta a través de actas, cuadros estadísticos, cartas y testimonios.
A manera de testimonio los intérpretes dan cuenta de las injusticias de esos asesinatos. Las historias se encarnan en la representación de cuatro actrices con la intervención de un actor. De esta forma se va a desarrollar toda la obra, a través de un ejercicio de denuncia entrelazado con poemas, cantos, reflexiones y testimonios que convierten a esta escenificación en una representación del teatro documental; y lo hace desde una forma distinta que evoca e incita al público a reflexionar sobre la cruda realidad que presenta.
Una puesta en escena donde el público no es realmente el público y el actor no es solo un intérprete, sino una víctima más que busca con desesperación respuestas a sus reclamos. Toda la escenografía está montada para atrapar al espectador en la suma tragedia. Los decorados de arena esparcidos por el tablón se enredan con el paso del público, más que enmarcar el lugar de la acción crean el espacio de desastre, de desorden por las vidas que cada año se pierden en el desierto.
Los actores acompañan en todo momento al espectador mientras lo arrastran a un escenario de tortura y sufrimiento por lo que está a punto de acontecer. Verde, azul, violeta y rojo son las variaciones de luces empleadas en las diferentes dimensiones escénicas. Este juego de colores fácilmente permite el aislamiento del actor o la creación de distintos espacios, sin necesidad de recurrir a otros decorados escenográficos.
Con tonalidades claras, el vestuario se muestra como una súplica que adquiere un matiz simplista; un reclamo de piedad que se aleja de su función real para acercase a un convencionalismo teatral. Aquí, el vestuario no es solo la representación psicológica del personaje, es la imagen de aquella angustia por las preguntas que se quedan en blanco.
¿Dónde están ellas?
Las mujeres que no llegan a casa, las que salen caminando y regresan en un ataúd, las que tiene sus nombres escritos en el acta de defunción, las que se vuelven polvo con la arena del desierto.
La obra intenta recrear todos esos escenarios de violencia que no son únicos de México. De este modo el espectador tiene el libre albedrio de preguntarse y reclamarse ¿qué ha hecho por evitar esta violencia?
Libre para preguntarse si con su silencio se ha convertido en cómplice de tantas muertes, tantas torturas. Cómplice como lo son las autoridades que cuestionan las costumbres de las víctimas y no de sus asesinos, cómplice como los que miran para otro lado.
Mujeres de arena, un exquisito ejemplar de critica a una sociedad patriarcal donde los derechos de las mujeres se ven afectados por considerarse ser algo banal, donde la culpa de la muerte es de la propia víctima.
No solo las matan, las culpan de su propia muerte.
Las mujeres de arena no están solo en el desierto, no son solo de México, ellas están en todas partes donde sea que se cometa una injusticia, donde una mujer sea torturada y convertida en polvo existirá una mujer de arena.
Es una dedicatoria a todas ellas. A las mujeres que son arena, las que están en papel y todas aquellas que nunca serán encontradas. Es además un reclamo para quitarle a la justicia la sordera, para quitarle a la sociedad las vendas; para dar respuestas a ¿cuántas muertes son muchas?, cuando demasiadas parecen no ser suficientes.