La obra de teatro Mujeres de Arena de Humberto Robles es un conjunto de conmovedores fragmentos poéticos dedicados a las muertas de Juárez de poetas, activistas, familiares de víctimas y escritores comprometidos con la lucha social a través de las actuaciones de cuatro mujeres en los roles de madre, hija, prima y una joven asesinada en la frontera quienes desarrollan varios testimonios. Además de ellas, un hombre participa otorgando cifras y datos de esta matanza a la vez que lanza preguntas a las autoridades y los critica por su insuficiencia y complicidad en esta guerra.
La primera historia en representarse es sobre Micaela, las mujeres están vestidas de rojo y una tiene una bata blanca. Sobre el escenario hay un par de zapatos rojos. El director Francisco Solís representa al narrador que a manera de acotación redondea la problemática con datos como la pena por matar una mujer en comparación del robo de ganado la cual supera por 37 años a la pena por feminicidio. “Los diputados dicen que las cifras se han exagerado, que no son tantas las muertas, sino sólo 69. ¿Sólo 69? ¿Cuántas muertas son muchas?”.
Por su parte las actrices también se muestran abiertamente críticas y disipan los mitos o prejuicios que se tienen de las muertas. “Se la robaron a la 1 de la tarde, eso es lo peor, que creemos que sólo pasa de noche, pero no es así”. Francisco da la introducción de una campaña para la protección de las mujeres. Las actrices salen al escenario sobreactuando en imitación a dicha campaña oficial la cual sugiere que son las mujeres quienes pueden evitar ser agredidas con recomendaciones tales como: no salir de noche, no lucir provocativa, no hacerle caso a un hombre cuando les hable, etcétera, como si la violencia sexual y física fuera ocasionada por ellas y un comportamiento inmoral que tanto se critica en la frontera. Al mismo tiempo que hacen una sátira a la manera en la que la campaña refuerza estereotipos femeninos con mujeres cuya belleza y coquetería distraen del mensaje y hasta lo vuelven incongruente.
Al final de la obra se escuchan los nombres de víctimas ya sean jóvenes o activistas, las mujeres del escenario son la voz que extraña en el silencio de las otras, las que ya no están, ellas son las que se levantan todos los días y dibujan cruces rosas y negras para que no se les olvide que hay cuerpos de niñas de 5 años, mujeres de 25 a las que todavía no les llega la justicia. El narrador se acerca con un bebé, es una niña de dos colitas y vestido blanco que mira al público sin entender por qué está ahí. La guitarra en vivo acompaña a la voz que dice “si mis manos no hacen nada, que lo hagan mis palabras”, las cuatro mujeres tiran sus rebozos negros y una de ellas canta “Ay qué dolor vivir” de Jaime López, con la cual termina la obra, y lo último que se escucha en la negrura es una voz quebrada que gime “ay qué dolor sin fin, cuando anda en pena el alma”.
Después de los aplausos Francisco Solis agradece al público. Anuncia la última función del miniciclo el sábado 17 de mayo a las 8pm en el Foro Alternativo Rubén Chacón. “Queremos intentar llevar mensajes de conciencia a través del arte, menos violencia, más cultura; menos balas, más teatro”. Y los aplausos llegan de nuevo.
Esta obra ha sido montada por más de 120 grupos en varias ciudades de México y otras partes de Latinoamérica, Estados Unidos, Europa y Oceanía, fácilmente adaptada debido al copyleft el cual otorga libertad de distribuir y copiar sin fines de lucro siempre y cuando se respete el guión y los créditos originales.