En 2002, varios actores, directores, escritores y otros creadores estábamos reunidos en el Movimiento Cultural Techo Blanco, el cual nació a fin de generar proyectos propios, autogestivos y de forma independiente, realizando cortometrajes, exposiciones, ciclos de poesía y montajes teatrales.
- Robles, Humberto (Author)
Una de las fundadoras del movimiento, la actriz Vanessa Bauche, tuvo contacto con madres y familiares de víctimas del feminicidio en Ciudad Juárez, quienes habían creado la ONG “Nuestras Hijas de Regreso a Casa”, y solicitaron su ayuda para que, como creativos, las apoyáramos a fin de denunciar los asesinatos de mujeres ocurridos en esa ciudad, algo que, en aquel entonces, no era tan conocido.
De inmediato, muchos de los integrantes decidimos acudir a este llamado. Por mi parte y, antes que nada, me ofrecí a realizar una página web de la organización, ya que me parecía una herramienta muy útil de divulgación; debido a esto me fueron llegando testimonios, poemas y diferentes escritos, los cuales fui subiendo a la web. Esa página fue hackeada varias veces y hoy conservamos un blog de la ONG y un grupo en Facebook.
Al poco tiempo, Vanessa nos informó que, en el zócalo capitalino, se haría una evento político-cultural contra el feminicidio en Ciudad Juárez, y nos invitaban para representar una obra de teatro al respecto.
En aquel entonces ya existían algunos textos, todos de ficción, por lo que, para diferenciarlo de estos, decidí escribir una obra de teatro documental, con base en testimonios reales, contando con la autorización de quienes los habían enviado a la web. Lo más difícil fue elegir los relatos que lograran abarcar el horror que sufren tanto las víctimas, como los familiares, no solo por la brutalidad de los crímenes, sino por la inacción de las autoridades, y fue así como escogí el de una madre, el de una prima, la carta de una hermana y el diario de una de las víctimas.
Para separar cada testimonio, incluí poemas y escritos de otros autores, quienes también me autorizaron a usar sus textos; ellos son Antonio Cerezo Contreras, quien era preso político del Estado mexicano en aquel entonces, la socióloga María Hope, la maestra Eugenia Muñoz, la politóloga Denise Dresser, el actor y director Juan Ríos Cantú, y de Marisela Ortiz y Malú García Andrade, ambas cofundadoras de “Nuestras Hijas de Regreso a Casa”, y esta última hermana de Lilia Alejandra, quien fuera asesinada en Ciudad Juárez en 2001. Después, en una revisión, incluí un poema de Servando Pineda Jaimes.
La inserción de estos escritos poéticos, separando cada testimonio, le dio un ritmo a la obra que va in crescendo. O como afirma Eugenia Muñoz, la obra se convierte en “una orquestación de voces”, que, en ciertos momentos, las actrices y el actor se convierten en una especie de coro griego que eleva su voz, no solo de forma musical, sino como un vigoroso clamor por la consciencia y la justicia.
En una semana realicé la dramaturgia para la función del zócalo, como teatro de emergencia, y se hizo una lectura con Vanessa Bauche, Carmen Huete, Laura de Ita, Catalina López, Hilda Nájera y Juan Ríos Cantú. Posteriormente, pulí el texto, lo reescribí, y fuimos invitados a realizar lecturas durante un Encuentro de teatro por Ciudad Juárez.
Al poco tiempo, se hizo otro montaje, también como lectura dramatizada, que se presentó en el Teatro La Capilla, con las actuaciones de Selma Beraud, Carmen Huete, Marcela Morett, Mercedes Hernández y el músico y actor Jorge Fratta, quien también tocaba la guitarra en vivo. Las actrices y el actor permanecían sentados en unos bancos, vestían de forma neutra, en blanco y negro, contábamos con un telón que nos proporcionó Yan María Yaóyotl, y había cinco velas que, salvo una, se apagaban al finalizar.
Con dicho elenco realizamos varias funciones en el zócalo de Coyoacán, en el espacio alternativo “UTA Underground” y participamos en un festival contra la Mina de San Javier, en San Luis Potosí, por mencionar algunas. En otras presentaciones, la obra también fue interpretada, por Ofelia Medina, Francesca Guillén, Giovanna Cavasola, Claudia Santiago y Antonio Cerezo Contreras.
Mientras tanto, decidí subir el texto a la red, bajo la licencia Copyleft (Creative Commons), para que cualquier persona que esté interesada la monte, esto sin cobrar derechos de autor, y solicitando que, si hay alguna ganancia económica, se done a “Nuestras Hijas de Regreso a Casa” o alguna ONG enfocada contra la violencia de género. Gracias a esto, la obra comenzó a multiplicarse por diversos rincones, contando a la fecha con más de 200 montajes, en 21 países, en tres continentes, convirtiéndose en la obra más montada en el mundo sobre este tema y una de las obras contemporáneas más representadas en el orbe.
La naturaleza propia del texto permite diversas interpretaciones artísticas del mismo. Por ejemplo, en España, el grupo Maru-Jasp de Alcalá de Henares, realizó un montaje monumental, con muchos más actores y actrices, una elaborada escenografía, y uno de los poemas, el de Antonio Cerezo, fue musicalizado y cantado en vivo. En varias ciudades de Estados Unidos también se han hecho grandes montajes, con multimedia, y muchos actores y actrices. En Londres se hizo una lectura dramatizada, haciendo énfasis en algunos elementos que sugiere el texto, como una fotografía o un diario. En Villa Angostura se ha montado con proyecciones de imágenes y videos. En Río de Janeiro, Rosite Val lo convirtió en un monólogo y ha llevado su montaje a Argentina consiguiendo que la obra fuera declarada de interés por parte del Concejo Deliberante de Mar del Plata y del Concejo Municipal de Rosario. En Sao Paulo, Christiane Tricerri hizo una versión para ser transmitida por internet, el cual pudo verse desde cualquier rincón del mundo. En Montevideo ha habido cuatro montajes, todos con actrices de gran renombre. En Guanajuato, el actor y director Alonso Echánove la ha montado con dos actrices y un actor, y la ha llevado por varias ciudades de ese y otros estados.
El montaje que lleva más años representándose es el del grupo “Donne di Sabbia”, de Turín, el cual se ha presentado en varias ciudades italianas. Por su lado, Israel Rodríguez les facilitó el texto a varias internas del Centro Penitenciario y de Reinserción Social Nezahualcóyotl Sur, quienes decidieron montar la obra dentro del programa de teatro penitenciario; las internas crearon su vestuario y la escenografía, que consistía en velos y una gran tela roja.
Cada grupo le imprime un sello distintivo, algunos han utilizado arena en el escenario, otros han representado una violación y el feminicidio en forma descarnada, esperando con ello sacudir al espectador, otros lo han hecho con coreografías o utilizando expresión corporal. Como quiera que sea, lo más importante es el compromiso de actores, actrices, directores y grupos teatrales que eligen esta obra con el único fin de exigir un alto a la violencia de género, cuyo mayor exponente es el feminicidio sexual sistémico.